EL VÍNCULO ENERGÉTICO.

En numerosas ocasiones hemos podido atender a personas, clientes y amigos que tienen un gran problema familiar. Aunque parece increíble, alguno de sus miembros han cargado contra otro de ellos, usando como medio para hacer daño algún ritual energético, en sus más diversas formas o corrientes esotéricas prácticas. Y no son pocas las ocasiones en que los profesionales conocedores de grandes procedimientos para contrarrestar ese tipo de influjos en otras personas de cuyo atacante no tiene relación alguna, los que han visto cómo dichos rituales y procedimientos no han tenido el resultado que se esperaba, o sea, no se ha despojado al atacado de esa energía que dificulta su actividad o devenir diario.

¿Qué ocurre? ¿Se ha fallado en algo, o se ha cometido algún error en los pasos a seguir? ¿No se ha utilizado quizá el método adecuado? ¿O los productos no han surtido el efecto energético que se esperaba de ellos? Bueno, por supuesto que caben estas posibilidades como explicación del fracaso o error, pero en muchas ocasiones, no tenemos en cuenta ciertas leyes energéticas de difícil rotura: los vínculos energéticos.

Cuanto más directo sea el familiar que ha tratado de fastidiar al otro, más dificultad para romper ese influjo. Es así, y no podemos evitarlo. Así que no hay que desanimarse, sino explicar al afligido qué ocurre y qué puede hacer para evitar un mal mayor.

Los vínculos energéticos familiares son imposible de romper. Y a través de dichos vínculos, esa energía de corte negativo, así como los elementos necesarios para aumentarla, viajan como si de una autopista sin peaje se tratase. Son inmediatos en su acción, y se pueden prologar sus efectos por largo tiempo. Y como decíamos, cuanto más cercano el familiar, peor. Es más dañino un mal deseo aumentado por la energía de un ritual ejecutado contra ese otro familiar, por pequeño o poco eficaz que sea la suma de la energía que pueden desprender los objetos rituales usados, que el mayor de los rituales negativos o de magia negra que podamos usar, con el mayor número de ingredientes para su horrible efecto.

Entonces, ¿cómo defendernos? Bueno, no hay forma de cortar, pero si de amortiguar los efectos. El problema es que esos elementos de defensa van a tener que usarse, quizá de por vida, con el fin de prolongar la barrera que se cree entre ese familiar dañino y la persona que desea vivir en paz. Dichos procedimientos van desde la limpieza energética de la casa, pasando por baños de descarga (al menos 1 cada 3-6 meses mínimo), la colocación de velas negras de absorción de energía (puestas en viernes noche o sábado noche) y algún que otro amuleto, el cual debería limpiarse energéticamente cada poco tiempo.

Así que como consejo, ya sabéis: no falláis si intentáis terminar con el influyo dañino enviado de familiar a familiar. Sólo hay que buscar la forma de amortiguar los efectos.